Y es Rodrigo, porque quizá algun día así me quize llamar....
El ambiente es cálido, la terraza tiene una increíble vista y el atardecer está en su apogeo. Desde uno de los cuartos aquella cabaña la música para ambientar la reunion es Jazz, un ritmo lento que evoca al recuerdo y la melancolía.
Rodrigo está ahi sentado, deteniendo entre sus dedos un cigarrillo, aquél que junto con la música, el panorama y aquél sabor de los residuos de vino tinto que han quedado en su boca de aquella cena exquisita, conjugan el momento de reflexión perfecto. Los ojos de Rodrigo se concentran en el horizonte, parece estar solo, desconoce las voces de aquellas personas con las que minutos antes compartía la cena, está en un mundo paralelo, en el cual los recuerdos se proyectan sobre el manto celeste que ya torna sus colores a tonalidades rojizas para dar paso gradualmente a la oscuridad. Ni un parpadeo, ni un movimiento de las pupilas ni cambio en el rostro, solo un pequeño remoje de de los labios que se sienten secos ya con el rose del viento. Sobre la mirada de Rodrigo, se proyectan aquellos recuerdos de la última vez que creyó conocer aquella palabra que muchos llaman amor y otros cuantos no logran identificar. Era la mirada de su último amor, la última persona con la que compartío un sentimiento más que superfluo y repentino. La relación que había marcado el inicio de una nueva sensación en su cuerpo y en algunas partes de su alma.
De pronto aquellas evocaciones al pasado se aceleran hasta recorrer cada una de las personas que ha entrado a su vida de manera repentina y superflua, la comparacíon es inherente, las pupilas comienzan a verse inundadas por pequeñas gotas de agua que vienen desde el sentimiento, ese de soledad que cala en los adentros y que dice constantemente "No todo será perfecto, ni nada para siempre".
La gente sigue platicando, algunos ven a Rodrigo y prefieren no interrumpirlo es tal su estado de interioridad que se refleja a unos cuantos metros, quien lo ve inmediatamente envidia aquel estadío de libertad y desconexión.
De pronto en la proyección de Rodrigo, una imagen aparece y predomina su visión, es una mirada fija, le parece familiar, dentro de su viaje mental alcanza a recordar el rostro que complementa esa mirada tan profunda e interesante, era alguien que justamente se encontraba en esa cena, un nuevo personaje que entraría a participar en el drama de la vida de Rodrigo. No recuerda su voz, sólo recuerda que fueron pocas palabras las que cruzaron, pero las suficientes para dar la seguridad de que esa persona necesitaba ser parte de su vida.
De nuevo el jazz, el fuego del cigarrillo quemando ya el filtro, el sabor a vino tinto y el panorama de la cabaña. Ahora un nuevo integrante, su nombre: Incertidumbre.