17 septiembre 2010

El cumpleaños de Vicente


Sin más ni más. El día llegó, el que algunos temían y otros tantos esperaban con ansia. Pasó y fue, una noche llena de recordatorios y reflexiones que nos hicieron a más de uno caer en cuenta del país en el que estamos. Debo confesar al querido lector que temí del día, me asustaba el hecho que éste no pasara en saldo blanco y que más de algún vivo cobrara venganza o hiciera amenazas públicas atentando contra los patrióticos mexicanos que decidían festejar en la verbena popular.


¿Qué pasó el 15 de septiembre de 2010?


Vicente Nario, llegó a su tierra que tanto lo esperaba y anunciaba con júbilo y gozo, con un festejo millonario y único. Al fin y al cabo, ¿Cada cuánto tiempo se cumplen 200 años?. Las voces se habían levantado ya para su cumpleaños, y eso que aún no llegaba, voces que cuestionaban correctamente el porqué del excesivo gasto público en el cumpleaños de Don Chente. Dieron las 6 de la tarde, los medios esperaban ya el primer carro alegórico, entonces miles de espectadores veían como las calles del Distrito Federal no lucían tan llenas como se esperaba. Pasaron los carros, las horas, los voluntarios, voló Kukul Kán y llegó Quetzalcóatl acompañado de sus héroes, los mexicanos: Hidalgo, Morelos, El Chavo, La Doña, Rivera, Frida, don Marcos, el comandante. Reconocimos el Barroco y escuchamos la música en sus variantes mexicanas, remembramos a la muerte y bailamos con los alebrijes. Eso sucedió, y lo digo así porqué lo que nos recordaron los artistas que participaron en la producción creativa, fue que México no significa droga, narco y muerte sino cultura, riqueza, diversidad y sabor.

Tras el desfile, el toque de elegancia musical estuvo a cargo de Alondra de la Parra y la Orquesta Filarmónica de las Américas, acompañada de Ely Guerra, Natalia Lafourcade y LoBlondo. Vicente cantó, coreó Cielito Lindo, Sandunga, y bailó el Danzón de Márquez, llegó entonces el espectáculo al Zócalo capitalino, el desfile desembocó, ahora iluminado, lleno de baile y júbilo, creció el árbol de la vida, voló el ángel, se levantó el coloso, se iluminó la Catedral y el Palacio de Gobierno.


Tras la cuenta regresiva, el momento culminante de la noche, aquel que como dije anteriormente, unos temían y otros tantos esperaban. El presidente Felipe Calderón acompañado de su esposa, Margarita Zavala, recorrió los pasillos del Palacio saludando gentilmente a Carlos Salinas, María Victoria, Ignacio López Tarso. Llegó a la ventana central, tomó la bandera y salió al balcón, gritó, y lo hizo cómo cualquier otro presidente que hace uso de su voz engrosada para festejar un día de la independencia, solo que esta vez en un magno festejo. Una vez tocada la campana, aparecieron sus hijos, sonrientes y a la expectativa del juego de luces. El presidente mostró un rostro serio, un semblante expectante de lo que pudiera suceder en aquel momento, y es que aunque no tenemos certeza de lo que pasó en ese instante por su cabeza, seguros estamos que al igual que muchos, él también temió porque algo pudiera haber sucedido aquél día. Algún balazo, alguna granada, algún atentado, justo como aquellos a los que lamentablemente hemos sido acostumbrados a su constancia desde hace unos días, meses, años. Algo así como los últimos minutos de "El infierno" de Estrada. Pero afortunadamente, el temor fue solo eso, temor.



La fiesta entonces, fue un respiro que dejó entrever los verdaderos significados del "SER MEXICANO", más allá de las ignorancias y mediocridades del tranza que no avanza. Un respiro más necesario que justo quizá, pero un respiro al fin. Pan y circo, dirán algunos, fiesta patria afirmarán los otros. Lo que sí, es que no podemos olvidar la importancia histórica de lo sucedido. Así como es la misma historia la que construimos día con día, ejerciendo nuestro derecho ciudadano, aquel que no se obtiene por el simple hecho de nacer en ciudad sino por participar en ella. La fiesta terminó y como en toda celebración, al final habrá que recoger el tiradero, aliviar la cruda y comenzar otra vez, quedando con el bonito recuerdo para seguir adelante.


Nuestra tarea está en no olvidar lo que sucede, no evadir lo que acontece y formular una opinión propia para impulsar la acción ciudadana, aquella que nos lleve de a "deveras" construir un mejor país. ¡Feliz cumpleaños don Vicente!, que bonita fiesta la suya.


PD. Gracias por la invitación.