Y así fue, Santiago caminaba por el malecón evadiendo las miradas de los transeuntes, la gente se acumulaba buscando el mejor atajo para evadirse los unos a los otros en aquél tumulto de individuos desconocidos. Uno, dos, tres, Santiago parpadea, respira, repasa. -Voy a llegar tarde.-
Mariana parpadea, respira, repasa. Arregla su rostro, remueve las lágrimas que le ha dejado el minuto anterior. Despide el aire que acaba de inhalar, esta vez lo despide por la boca. Exhala. Observa los restos de la fotografía que acaba de destrozar con el mismo coraje que acaba de despedir en el mismo minuto anterior. Recoge su cabello, se mira a los ojos ante el espejo imponente que refleja la cruda realidad del presente. -No puedo.-
Santiago rectifica su caminar, atravieza la avenida contigua al malecón y toma la banqueta con rapidez. Esta vez procura no parpadear para no perder tiempo por pensar en las mil y un razones que lo han hecho llegar tarde a su encuentro con Mariana, ya hace dos años que se conocen, veinte semanas comparten intimidad, y un siete meses que comparten relación.
Se conocieron en un café, Santiago era el mesero y Mariana una adicta al expresso. Aquella tarde llovía, Mariana había entrado empapada a la pequeña cafetería que pertenecía al tío de Santiago, el la vió desde la barra mientras comprimía el café para preparar un americano. Él la siguuió con la mirada en su recorrido desde la entrada hasta la barra, donde Mariana tomó una servilleta para secar las gotas de lluvia que cayeron sobre su rostro, en ese momento no había nada peculiar en aquella mujer que lo impresionara a no ser de sus ropas empapadas y la incurable necesidad de pensar en lo malo que ha de sentirse estar tan mojado. Ella, toma su bolsa y la coloca sobre la barra. -Un expresso cortado por favor- dijo mientras abría la cajetilla de cigarros impaciente con una mano mientras la otra se encontraba con el encendedor listo para dar fuego al tabaco. Santiago se quedó observando el bolso mientras pensaba en sí mismo, no tardó cinco segundos en reaccionar nuevamente y se reincorporó, tomó la taza de café, la colocó en la parrilla, puso una carga de café, comprimió, sirvió, batió la leche y agregó al expresso.
-Llueve fuerte allá fuera....-
-Vaya que llueve, iba a una entrevista de trabajo, se me hacía tarde, bendita lluvia se puso en mi camino para dejarme sin empleo...-
-Acá necesitan una mesera..., ¿Azúcar?-Dijo Santiago en
-No, gracias por la oferta. Sí, al azúcar.-
La mano de Santiago tomó la azucarera y la deslizó lentamente sin despegar la mirada de los ojos de Mariana hasta que el frasco chocó con los dedos de la chica.
29 julio 2008
12 julio 2008
El brindis.
La habitación aparentemente está vacia, la luz del cielo se apaga minuto a minuto, las sombras quedan ocultas entre la oscuridad, dando vueltas lentamente y girando sobre su propio eje, Fátima cerró los ojos y sintió un esurridizo aire frío que se colaba lentamente por el espacio entre su brazo izquierdo y su cuerpo, un aire acariciador que le recordaba que aún sentía. Inmediatamente Fátima quedo cautivada por aquella danza de sombras que al cerrar sus ojos comenzaba a percibir, tambaleaba su cuerpo a un ritmo lento como si estuviese bailando, aún con los ojos cerrados, aquella habitación abrió sus paredes y dejó entre ver un gran salon. Al mirar sus ropas Fátima se dio cuenta de que ya no vestía un pantalon de mezclilla, sino un vestido de noche negro que la hacía ver espectácular. Caminó unos cuantos pasos y se percató de que se encontraba en un pequeño brindis, entre la elegante multitud caminó un poco para tratar de ver a donde era lo que aquel sueño la estaba llevando.
-"...al final del tiempo, todos estaremos en un mismo lugar y compartiremos la dicha de haber caminado por los días, sabernos viejos y creernos pequeños grandes aprendices."-
Era la voz de un hombre viejo, cuyos ojos reflejaban una mirada penetrante, de aquellas que parecen saber lo que piensa el interlocutor, un rostro arrugado de tez blanca con algunas pecas dispersas, en su mano una copa de vino blanco misma que alzó para recoger lozs aplausos de los asistentes, quienes refrescaban su energía al elogiar al viejo y reflexionar sobre sí mismos. Al concluir los elogios el hombre retomó la palabra para buscar entre el público a una invitada especial, pasó su mirada sobre cada uno de los asistentes hasta encontrarla, mientras tanto expresaba palabras de agradecimiento hacia las personas que lo habían hecho llegar hasta ahí, hasta aquel día. Al encontrarla sus palabras se atropellaron y sus labios temblaban, era Fátima, en un vestido negro espectácular.
-Acércate, hoy la vida comienza a tomar sentido, hoy la realidad se asentará sobre tus ojos y la incertidumbre estará atrás de ti para que la puedas sentir más no la logres ver.-
Mientras las palabras del viejo eran escuchadas una por una por la múltitud, Fátima permanecía inmóvil, con una mirada fija y sin parpadeos hacia la nada. Las luces se apagaron, la gente se esfumó, de nuevo ella y el cuarto, las sombras y el frío.
Fátima escuchó a su experiencia, Fátima escuchó sus miedos, observó el futuro disfrazado de alguien más y bailó con sus sombras, vio el reflejo de sus anhelos intactos. Y esque alguna vez escuché que todos venimos al mundo con nuestras propias agendas, somos uno y estamos en un todo, creemos que la vida será larga y como es común escuchar, cambiará en un segundo. Intercambiamos miradas con extraños, cada uno con una historia diferente, un historial de pecados y aciertos que lo llevaron a cruzar con tu mirada en el lugar y hora indicados, tiempo y espacio que compartimos aparentemente de manera aleatoria pero siempre parte del juego de ajedrez al que muchos llaman vida, puede ser Fátima, Rodrigo o el mismo Don Chuy, personajes que comparten con nosotros palabras, miradas, pensamientos, o simple y sencillamente las ganas de estar por algún motivo, aquél que sale de las entrañas y a pesar de que desconocemos su nombre u origen nos mueve por los días para anhelar un estadío de tranquilidad, paz y una efímera felicidad.
-"...al final del tiempo, todos estaremos en un mismo lugar y compartiremos la dicha de haber caminado por los días, sabernos viejos y creernos pequeños grandes aprendices."-
Era la voz de un hombre viejo, cuyos ojos reflejaban una mirada penetrante, de aquellas que parecen saber lo que piensa el interlocutor, un rostro arrugado de tez blanca con algunas pecas dispersas, en su mano una copa de vino blanco misma que alzó para recoger lozs aplausos de los asistentes, quienes refrescaban su energía al elogiar al viejo y reflexionar sobre sí mismos. Al concluir los elogios el hombre retomó la palabra para buscar entre el público a una invitada especial, pasó su mirada sobre cada uno de los asistentes hasta encontrarla, mientras tanto expresaba palabras de agradecimiento hacia las personas que lo habían hecho llegar hasta ahí, hasta aquel día. Al encontrarla sus palabras se atropellaron y sus labios temblaban, era Fátima, en un vestido negro espectácular.
-Acércate, hoy la vida comienza a tomar sentido, hoy la realidad se asentará sobre tus ojos y la incertidumbre estará atrás de ti para que la puedas sentir más no la logres ver.-
Mientras las palabras del viejo eran escuchadas una por una por la múltitud, Fátima permanecía inmóvil, con una mirada fija y sin parpadeos hacia la nada. Las luces se apagaron, la gente se esfumó, de nuevo ella y el cuarto, las sombras y el frío.
Fátima escuchó a su experiencia, Fátima escuchó sus miedos, observó el futuro disfrazado de alguien más y bailó con sus sombras, vio el reflejo de sus anhelos intactos. Y esque alguna vez escuché que todos venimos al mundo con nuestras propias agendas, somos uno y estamos en un todo, creemos que la vida será larga y como es común escuchar, cambiará en un segundo. Intercambiamos miradas con extraños, cada uno con una historia diferente, un historial de pecados y aciertos que lo llevaron a cruzar con tu mirada en el lugar y hora indicados, tiempo y espacio que compartimos aparentemente de manera aleatoria pero siempre parte del juego de ajedrez al que muchos llaman vida, puede ser Fátima, Rodrigo o el mismo Don Chuy, personajes que comparten con nosotros palabras, miradas, pensamientos, o simple y sencillamente las ganas de estar por algún motivo, aquél que sale de las entrañas y a pesar de que desconocemos su nombre u origen nos mueve por los días para anhelar un estadío de tranquilidad, paz y una efímera felicidad.
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